Las elecciones europeas del 9 de junio han agitado las aguas políticas francesas. El batacazo sufrido por el partido del presidente, Emmanuel Macron, y la victoria histórica de la extrema derecha de Marine Le Pen, forzaron al mandatario a convocar los comicios legislativos para el próximo 30 de junio y el 7 de julio (segunda vuelta).
Como si de una correa de transmisión se tratara, el adelanto electoral ha desencadenado toda una serie de movimientos a izquierda y derecha del arco ideológico con unos efectos todavía por determinar.
Estas son las claves de los movimientos que están agitando el tablero político francés:
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Cuando parece que los pactos y las alianzas entre partidos se asientan, salta de nuevo el fusible. Este jueves, la izquierda anunció que detenía las negociaciones ante las diferencias entre los partidos.
El Frente Popular integrado por el Partido Socialista, La Francia Insumisa, ecologistas y comunistas, que pretende emular la unión de 1936 con la que la izquierda ganó las elecciones, había avanzado hasta ahora en las negociaciones para un acuerdo electoral. Los partidos llegaron a un pacto sobre las 577 circunscripciones para presentar un candidato único; la mayoría de aspirantes serán insumisos, puesto que fue la fuerza más votada en 2022, seguidos de los socialistas que obtuvieron el mejor resultado en las europeas, pero las discrepancias en temas como las guerras de Ucrania y Gaza son puntos que provocan fricciones dentro de las filas de la izquierda. No solo eso, la designación de quién será primer ministro en caso de que consigan la mayoría absoluta ha hecho saltar de nuevo el fusible. El líder de los insumisos, Jean-Luc Mélenchon, se propone como candidato a jefe del Ejecutivo en caso de ganar las legislativas, mientras que Olivier Fort, el secretario del Partido Socialista, cree que debería ser la fuerza más votada del grupo la que escoja al candidato.
Ante la noticia del cese de las negociaciones, Mélechon ha querido calmar las especulaciones sobre una posible ruptura y ha afirmado: “Todo está encajando. El trabajo es delicado. Los equipos negociadores están haciendo un buen trabajo. ¡Bravo por ellos!”. Después de años de declive, la izquierda sabe que sobre sus hombros recae una importante responsabilidad para luchar contra la extrema derecha, puesto que los sondeos les dan como segunda fuerza más votada.
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Al igual que la grieta de la izquierda lleva el nombre de La Francia Insumisa, y en especial, de su líder por su postura sobre Hamás o por mantener en sus filas al diputado Adrien Quatennens, condenado por violencia machista, en la derecha lleva el nombre de Éric Ciotti.
Desde que el presidente de Los Republicanos (LR) anunció su deseo de aliarse con la extrema derecha de Le Pen, el partido está viviendo una de sus peores crisis.
La que algunos creen que es una fractura irreparable de LR, lleva cociéndose desde hace años: las diferencias internas entre conservadores, liberales y gaullistas, el nacimiento de nuevos movimientos políticos y la pérdida de confianza de su electorado tras varios escándalos han llevado al partido a un punto de absoluta fragilidad.
La transformación de la Reagrupación Nacional del clan Le Pen y la llegada del macronismo con La Republique En Marche! provocaron una importante fuga de votantes. Ahora, esta crisis silenciosa que el partido llevaba arrastrando desde hace años ha explotado en el peor momento. El adelanto de las legislativas tras la debacle del macronismo en las europeas provocó una fractura en las filas republicanas.
El pasado martes, Ciotti anunció su deseo de aliarse con la extrema derecha ocasionando un cisma que acabó provocando su destitución a pesar de su resistencia. Ahora, los barones del partido buscan mostrar una imagen de unidad, negando cualquier vínculo con la extrema derecha: “Vamos a mantener vivo el cordón sanitario“, afirman desde el partido, mientras se apresuran a buscar aliados para evitar la posible desaparición del centroderecha francés con una migración de los votos al macronismo y otros hacía el lepenismo.
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La extrema derecha ha ido ganando votos durante los últimos años. No fue hasta las pasadas presidenciales de 2022 cuando expertos en el país alertaron de lo que ahora estamos viviendo.
El blanqueamiento de Reagrupación Nacional con la llegada de Jordan Bardella ha sido clave para conseguir un dato histórico en las elecciones europeas (31,37%). Al éxito neto de la ultraderecha, se suma las crisis del resto de partidos que alimentan el apoyo a Reagrupación Nacional: la división de Los Republicanos y el divorcio en el también ultra Reconquista entre Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen, y Eric Zemmour.
El partido del polémico Zemmour obtuvo tan solo 5,4% de los votos en las europeas. La negativa de Le Pen a unirse con Zemmour provocó que Maréchal, diputada europea de Reconquista, abandonase el partido por “diferencias irreconciliables” con su líder. Algo que Zemmour niega, y tacha a Maréchal de mentirosa y de “traicionar a sus votantes”.
La joven vuelve con su tía, quien la ha vuelto a acoger con los brazos abiertos. No obstante, muchos ven este movimiento una estrategia del clan Le Pen para reventar a su rival y seguir ganando votos de las crisis ajenas.
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Mientras Marine Le Pen recoge lo cosechado durante años sin muchos sobresaltos, y las encuestas así lo corroboran, la mayoría presidencial intenta rascar votos de la crisis de Los Republicanos y de partidos de centro.
Aun así no serían suficientes para conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento, obligándoles a cohabitar con otros partidos. Parece que la comparecencia del presidente Macron, el pasado miércoles, no ha calado entre los franceses que, según los últimos sondeos, relegan al grupo del presidente a un tercer puesto con un 19% de intención de voto, por detrás de Le Pen ( 34%) y el bloque de izquierda (22%).
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Ante la caída de la mayoría presidencial, si no hay grandes cambios, Francia ya se prepara para el fin de la era macronista.
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#法国正在发生什么 #右翼和左翼政治动荡的关键
2024-06-13 16:31:38