“Las cascadas de hielo no se parecen a nada más en el mundo. Solo hay agua y hielo, pero se encuentran en constante cambio. En destrucción”, afirma Aniol Serrasolses (Girona, 1991). El pasado año, el kayakista afrontó su proyecto más ambicioso y saltó la cascada helada más alta registrada hasta la fecha (20m) tras una insólita expedición al archipiélago ártico de Svalbard (Noruega). La aventura, financiada e impulsada por Red Bull y Prada, puede verse completa en el documental ‘Ice Waterfalls’.
“Como kayakista siempre buscas los ríos más difíciles o las mayores cascadas, pero encontrar este lugar me brindó un reto totalmente distinto. No es el río más complicado que he descendido, de hecho era bastante manejable, pero la complicación de acceso, la logística y lo inhóspito que era el entorno lo convirtieron uno de los mayores desafíos que he afrontado”, afirma Serrasolses. La expedición duró 14 días y a bordo del barco viajaban unas 15 personas entre fotógrafos, cámaras, guías y tripulación.
Todo empezó hace poco menos de 10años, cuando Aniol vio por casualidad una imagen espectacular de Svalbard del fotógrafo de National Geographic, Paul Nicklen. “Vi un trozo de glaciar gigante flotando sobre el mar. Una pared de hielo imponente de 20 metros de altura, pero con el aumento de temperaturas habían nacido ríos increíbles que morían en el mar. Me quedé impresionado, esa imagen ya no salió de mi cabeza. Veía clarísimo que tenía que bajar esas cascadas en kayak”, recuerda. “Se convirtió en mi sueño”, zanja. Una década más tarde, lo ha hecho realidad.
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“Cualquier error sería fatal”
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Normalmente sus expediciones comienzan con el estudio de los mapas, perfiles y relieves en Google Earth, pero esta vez fue completamente diferente. “Tuvimos que pelear bastante los permisos al Gobierno de Noruega. Creían que estábamos locos por querernos exponer a peligros en sitios en los que en teoría no tendría que haber nadie”, explica Aniol. “Teníamos que encontrar la forma de aproximar el barco a una tremenda pared de hielo de 20 kilómetros que constantemente sufría desprendimientos. Si llegara a caer un cacho de hielo estando el barco justo debajo, sería lo último que viéramos, y además, cualquier error allí sería fatal, porque estábamos a dos días de navegación de la civilización”, recuerda.
El reto no era tanto el descenso, como llegar a encontrar el río perfecto y acceder a él. “Cada vez que descendíamos uno, antes había que hacer una travesía de varios kilómetros por el hielo arrastrando el kayak, cruzando ríos, grietas… La última nos tuvo más de 5 horas andando. Era bastante peligroso porque además el hielo cambia constantemente. No te podías confiar”, explica. “Íbamos en un estado de tensión constante”, rememora el aventurero.
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Personalidad en el mundo del kayak
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“Este viaje ha sido especial para mí. Sabía que sólo lo podría hacer una vez en la vida por toda la complicación que conlleva y el altísimo coste que ha conllevado. Lo recordaré siempre”, afirma Aniol. “Cada bajada era única y espectacular y muy probablemente ese glaciar desaparezca en los próximos años. Había un río que se metía por cuevas de hielo, todo era de un color azul intenso, las paredes de hielo antiguo brillante y pulido… Me sentí tremendamente afortunado de poder estar ahí. Fue mágico”, rememora.
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A lo largo de su carrera, Aniol ha ganado los títulos más importantes del mundo del kayak, como el Campeonato del Mundo, el North Fork Championship o el reconocimiento al Kayakista del Año en los prestigiosos White Water Awards así como ostenta varios récords mundiales en aguas blancas extremas. La espectacularidad de su carrera, por eso, le ha pasado factura. “Es un deporte precioso, pero en cualquier momento todo puede torcerse. Me he roto la nariz muchas veces, he tenido varios accidentes en la cara y de hecho a este descenso fui con la nariz rota. Justo a finales de este invierno me operé”, explica Serrasolses.
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2024-06-02 06:00:23